El estreno del Rocky Balboa ha supuesto para el que esto suscribe un reencuentro tan anhelado como maravilloso. Sylvester Stallone no sólo ha cerrado con la última película del potro italiano la carrera de uno de los héroes más grandes que ha parido el cine americano, sino que de paso ha cerrado muchas, muchísimas bocas. Sobre todo las de ese sector de la crítica de cine española (aquella más escorada a la izquierda, trasnochada y todavía más rencorosa), aquellas voces que, sistemáticamente, tachan a Stallone como uno de los peores actores del mundo.
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